Nueva entrega de la ronda de artículos de opinión:“¡Inquietudes basadas en la evidencia!”

Los doctores Luis Ángel Oteo Ochoa, profesor Emérito de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III,  Juan José Rodríguez Sendín, expresidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos y Fernando Lamata, presidente de honor de la Asociación por el Acceso Justo al Medicamento, analizan algunas de sus inquietudes basadas en la evidencia: “de no avanzar con convicción y concreción para el fortalecimiento y sostenibilidad del SNS en determinadas iniciativas gubernamentales de naturaleza -antiburocrática la discrusión del sector público y privado seguirá permanentemente abierta”

El modelo observacional y el pensamiento analítico nos permiten depreciar (la verdad, no mucho) los factores distractivos que contornean nuestra realidad y que hoy forman parte de la denominada – desde finales del siglo pasado- por Zygmunt Bauman sociedad líquida, y que describe muchos de los determinantes de la propia existencia humana a los que nos enfrentamos.

En el haz y el envés de esta realidad compleja que define nuestro tiempo, observamos con inquietud la huella indeleble y perdurable que va dejando la COVID -19 en nuestro Sistema Sanitario Público, que a decir verdad ya estaba de “capa caída” desde la crisis financiera de 2.008, y que hoy muestra signos preocupantes de pronóstico incierto, no sólo desde la perspectiva económico-presupuestaria, sino también en los enclaves esenciales de la propia identidad institucional, gubernamental y social del sistema;

  • liderazgo político transformador basado en los principios de buen gobierno;
  • arquitectura organizativa territorial  multinivel;
  • proceso de unificación e integración vertical del aseguramiento sanitario público;
  • revisión e innovación de los patrones burocráticos socio-laborales en la contratación pública;
  • categorización y credencialismo del profesionalismo sanitario;
  • modelo asimétrico de relaciones agenciales;
  • relativismo ético y cultural dominante movido por el self interest;
  • participación de las denominadas organizaciones de la sociedad civil global;
  • sociabilidad y cohesión social; …….

Estos y otros planos del análisis y evaluación del Sistema Nacional de Salud (SNS) no vienen siendo objeto ni materia preferente del relato político y sanitario actual, y nada es casual.

Bien sabemos que el SNS está al vaivén del “mercado”, lobbies sectoriales, conglomerados organizativos y grupos corporativos asociados que ejercen activamente y sin pudor alguno presión económica, social y mediática, marcando el paso de la agenda política desde la trastienda –el denominado lado oscuro– hacia sus propios intereses, que no son otros, que seguir con el propulsivo -turbo- del beneficio como nunca antes, y del que participan, con diferentes estrategias y procedimientos neo-extractivos de recursos y activos públicos, no solamente los agentes y grupos principales anteriormente señalados de la cadena de valor del sector (manufacturas, distribución, intermediación, entes instrumentales ….), sino también otros “actores” económicos, sociales, profesionales y mediáticos bien organizados y alineados con éste modelo comercial y de negocio, sórdido e insaciable.

Estos clanes de presión lobbista y sus redes de adláteres se han venido manteniendo silentes desde el inicio de la crisis pandémica y económica, una vez que “sus” cajas registradoras sonaban/repicaban de forma compulsiva, mientras el SNS y sus profesionales sanitarios soportaban con plena responsabilidad y riesgo la exigente y agotadora presión asistencial -en ocasiones al borde del colapso-, así como los ajustes en costes económicos, sociales y personales derivados de la misma, en un ejercicio de dignidad, austeridad y de servicio a la soberanía ciudadana, no siempre reconocido por determinadas Autoridades Sanitarias.

En esta prueba de estrés pandémico y sin precedentes antes vivida, el SNS ha venido mostrando su resiliencia, fortaleza y capacidad de respuesta, esencialmente por la grandeza moral y competencial de sus profesionales de la salud.

Dicho esto, también es el momento de poner de manifiesto, una vez más, la fragilidad manifiesta en la gobernanza institucional y la cohesión territorial y social de nuestro SNS, consecuencia -en parte- de la persistente política refractaria y pusilánime para promover a nivel legislativo aquellas reformas estructurales necesarias, tantas veces señaladas, que otorguen vigor institucional y capacidad ejecutiva a las Autoridades Sanitarias para la gobernabilidad del conjunto del sistema.

Porque un sistema sanitario público hierático, yerto y burocrático que ha venido renunciando a su propio proceso de legitimación y modernización gubernamental, organizativa, gestora, profesional y social, es “fácil presa” del modelo económico neoliberal codicioso que opera en el sector (más allá de las “tapaderas” de responsabilidad social corporativa, aportaciones formativas “desinteresadas”, promoción “científica” en los modelos de decisión profesional, y un sinfín de “nobles” herramientas y “desinteresadas” aportaciones  por todos bien conocidas …….), máxime, cuando algunas Autoridades Sanitarias territoriales de amplio espectro político, bien reconocibles por cierto, no atienden debida y preferentemente aquellas necesidades sanitarias y profesionales de primer orden que la sociedad demanda, y sí dedican tiempo de agenda pública a los “paseíllos y escaparates de relumbrón” que promueve la industria del sector y sus tentáculos mediáticos, y cuyo fin no es otro que condicionar las políticas sanitarias hacia sus propios fines, abducir a los descreídos y frágiles de conciencia, y cómo no, silenciar entreveradamente toda epistemología crítica.

Sin duda, creemos que un objetivo preferencial de las fuerzas económicas dominantes que operan y presionan verticalmente sobre el SNS (nunca olvidamos al retículo de oportunistas acompañantes, una parte por cierto, actuando desde dentro del propio sistema), es mantener oculto en el sector sanitario, todo aquello que incomode a sus “legítimos principios” y rentas gananciales. Esta tupida red agencial de intereses económicos  que se ha venido tejiendo en las últimas décadas en el sector sanitario público está hoy perfectamente posicionada en todos los ámbitos de decisión política y gestora, y constituye una barrera inexpugnable a todo tipo de cambio orgánico socialmente preferente,  para mantener el vigente statu quo de los dominantes. En última instancia, la Autoridad Sanitaria está sutilmente subordinada a este “gobierno paralelo” en la sombra.

Por otra parte, y más allá del déficit de “luz y taquígrafos” existente en determinados ámbitos del SNS, no es casual la carencia de un debate sanitario competente y reflexivo, y por qué no decirlo, científico, que ponga encima del tapete agencial (político, académico, social, profesional, ciudadano…..), aquellos problemas centrales que no son otros que las necesarias reformas sanitarias pendientes.

Como bien conocemos, los bienes públicos meritorios o sociales como son los sanitarios, adquieren su plena legitimidad cuando se gestionan con eficiencia y equidad, y la propia sociedad les otorga su reconocimiento y apoyo. Es por ello, por lo que creemos que los sistemas de gobierno y los instrumentos de gestión de corte burocrático son claramente inapropiados para cumplir estos fines irrenunciables, lo que plantea la necesidad de promover reformas innovadoras en el SNS que consideramos son no sólo imprescindibles, sino inaplazables.

En un artículo que publicamos recientemente en este mismo Foro, ya poníamos de manifiesto que la norma con rango de Ley propuesta por el Gobierno de España para consolidar la Equidad, la Universalidad y la Cohesión Social del SNS, si bien contempla algunos cambios en la buena dirección, está claramente lejos de dar respuesta a los graves problemas estructurales persistentes en la sanidad española. Allí señalábamos algunos de los cambios necesarios para recuperar las capacidades del SNS, su calidad y su reconocimiento social: financiación, universalización, gestión pública, cartera de servicios y política farmacéutica.

Desde el punto de vista de la gestión y buen gobierno del Sistema, insistimos en que las iniciativas reformistas deben orientarse a mejorar:

  • la inteligencia operativa de la estructura organizativa y gestora de las instituciones y centros sanitarios;
  • los instrumentos competenciales de carácter ejecutivo en la función de Autoridad Sanitaria;
  • el modelo de distribución de las rentas del trabajo y capital;
  • los programas pro-eficiencia en todos los procesos y funciones de la cadena de valor económica y asistencial;
  • las técnicas de gestión para la generación de economías de escala, gama, conocimiento e innovación en los servicios sanitarios;
  • la cultura de responsabilidad pública basada en la eficiencia en costes y una mayor productividad en la aplicación de los recursos disponibles;
  • las políticas profesionales basadas en sistemas de evaluación y compensación por resultados;
  • la transparencia y rendición de cuentas como valores de buen gobierno en todas las políticas sanitarias públicas, y un largo etc…. etc.

De no avanzar con convicción y concreción para el fortalecimiento y sostenibilidad del SNS en determinadas iniciativas gubernamentales de naturaleza -antiburocrática- para mejorar la gestión pública, como alguna de las aquí señaladas, la discusión y controversia falaz, sesgada e interesada en términos de eficiencia comparada entre el sector público y privado seguirá permanentemente abierta. Por ello, una vez más, volvemos a compartir esta referencia que expresa muy claramente alguna de nuestras inquietudes aquí señaladas:

Si el peso de la ineficiencia en las decisiones públicas crece significativamente, la frontera de lo que podría hacer el Estado se desplazará inexorablemente hacia el mercado, y habrá que asumir pérdidas de bienestar social y de equidad que podrían haberse evitado” (González Páramo JM -2.005).

Por último, en una próxima entrega, y para no perder los motivos de alerta y preocupación existentes en la sociedad y el goteo de noticias oblicuas e interesadas relativas a los escenarios económicos contractivos que posiblemente se avecinan, trataremos de contextualizar con la información contrastada disponible el estado de situación, perspectivas y riesgos ante el shock geopolítico y bélico hoy dramáticamente presente en nuestra realidad, así como el previsible impacto macroeconómico, social y humanitario global, y más particularmente en nuestro país tras más de dos años de crisis por la pandemia COVID -19, y que persiste en la actual séptima ola con las nuevas sub-variantes o sub-estirpes (BA.4, BA.5), híbridos recombinantes,  con una alta capacidad de transmisibilidad y contagio.

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