Expertos en Ética Médica destacan que “discriminar va en contra de la Medicina” en referencia a la asistencia de enfermos durante la pandemia
«De la necesidad de priorizar en la asistencia a la deshumanización y abandono de los enfermos durante la pandemia de la covid-19» ha sido el epígrafe sobre el que ha girado la 2ª mesa de debate del VII Congreso de Deontología, que reúne desde este viernes en Toledo a casi 500 reconocidos expertos y especialistas y que tiene como eje central la situación que ha generado la crisis sanitaria por la covid-19
Esta segunda Mesa fue moderada por Raúl Calvo Rico, secretario general del COM Toledo y contó como ponentes con los Dres. Rodrigo Gutiérrez, exdirector General de Ordenación Profesional del Ministerio de Sanidad y Pilar León, vocal de la Comisión Central de Deontología y como discursores a Valle Coronado, Vocal Comisión de Deontología del Colegio de Médicos de Toledo; Francisco Barón, vocal de la Comisión Central de Deontología; y Alfonso Canabal, Jefe Servicio Cuidados Intensivos del Hospital de la Princesa de Madrid.
El Dr. Raúl Calvo daba pie al debate señalando que la situación generada por la pandemia de la Covid19 “ha puesto de manifiesto el proceso de deshumanización de la asistencia” por la diversificación de la práctica médica que, a su juicio, produce “una dispersión de las responsabilidades profesionales” y “ha tensionado aún más las relaciones entre pacientes, médicos y gestores o administradores”.
Así, planteó como la tecnificación, el aumento de la demanda asistencial, la «creación de enfermedades» o la conversión de dolencias leves en objeto permanente de atención y seguimiento, por motivos espurios, “tiene también su influencia en este olvido del factor humano” en un contexto de recursos humanos y materiales “limitados y una práctica que tiende a la productividad, pervirtiendo la relación médico-paciente”.
Por su parte, los Dres Gutiérrez y León han coincidido en señalar las dificultades éticas que ha supuesto la priorización en la atención a la salud ante la avalancha de pacientes que ha generado la pandemia en un SNS con desigualdades, condiciones de trabajo inadecuadas, excesiva presión, falta de recursos y cambios en el modelo asistencial que ha reducido la actividad presencial para minimizar riesgos y evitar contagios lo que ha provocado, en muchos casos, una dificultad en la accesibilidad a los servicios y la comunicación con los profesionales y cierto desconcierto en la ciudadanía
En este sentido, Rodrigo Gutiérrez exponía como establecer prioridades, elemento central de la práctica médica, debe ser el resultado mixto de la planificación política, los mecanismos de financiación, los presupuestos históricos, las regulaciones legales, los intereses de los profesionales, la influencia de los pacientes y sus organizaciones y de la opinión pública.
“Establecer prioridades requiere tener en cuenta los principios de la Bioética: autonomía, no maleficencia, beneficencia y equidad. No obstante, el conflicto ético dentro de la sociedad y la insatisfacción moral del decisor serán siempre inevitables”, precisaba Rodrigo Gutiérrez.
Además, subrayó que la deshumanización sanitaria es “un proceso complejo y multifactorial”, derivado tanto del orden social como de la dinámica y organización de las instituciones sanitarias. “Por tanto, humanizar la salud es una tarea compleja que va de la política a la cultura, la organización sanitaria, la mejora de la relación entre pacientes y profesionales y la formación de éstos”.
“El racionamiento y la priorización de ciertos servicios no justificarían la deshumanización o el abandono de los pacientes. La asistencia sanitaria corre el riesgo de caer en una comunicación “descorporizada”, con el objeto de sobrevivir, sin darnos cuenta de que podemos sacrificar en aras de la supervivencia todo lo que hace que la vida sea digna de ser vivida”. Por ello, concluyó que “la humanización requiere escuchar, comprender, empatizar y apoyar/ayudar, impidiendo el daño a los más vulnerables, y aprendiendo a convivir con los problemas”.
Discriminar va en contra de la Medicina
La Dra. Pilar León abundaba en el concepto de “la obligación ética y deontológica de establecer criterios que faciliten la actuación de forma que no se vulneren los derechos más elementales de los enfermos y sus familias, y permitan adecuar los recursos -profesionales y tecnología-, a una carga asistencial que pueda superar esa disponibilidad”.
“Una priorización en la asistencia que contemple la no deshumanización o el abandono de los enfermos requiere: Competencia profesional, Respeto a los pacientes y a sus voluntades, Prudencia, sin perder nunca el objetivo del mayor bien posible de cada persona enferma, que se manifiesta también en la información que se ofrece a enfermos, familias y a la población en general para evitar la alarma social, Equidad y Justicia, que permite una distribución prudente de los recursos, Solidaridad, que no sólo es un indicador de progreso social, sino también de eficacia y eficiencia, transparencia, proporcionalidad y responsabilidad, que tenga en cuenta la limitación y la adecuación del esfuerzo terapéutico”.
“En base a todo ello- agregaba la doctora- la CCD propone como normas de actuación para los profesionales: establecer como criterio ante la priorización las posibilidades de supervivencia, en ningún caso el orden de petición o llegada ni por supuesto la edad y agregó que “las decisiones deben tener carácter individual y personal. Ningún paciente debe ser abandonado por un profesional sanitario salvo que sea obligado por la autoridad o peligro inminente para su vida” para concluir subrayando que lo decisivo de la Medicina es tratar con personas, enfermos, con independencia de su situación y de los medios que dispongamos para hacerlo. “Va en contra de la Medicina discriminar”.
Finalmente, los dicursores de esta mesa de debate, Dres Valle Coronado, Francisco Barón y Alfonso Canabal, sostuvieron que “los determinantes sociales de la salud han evidenciado durante la pandemia como las personas con menores recursos se han visto más afectados” y reclamaron como “una gran labor para la medicina del siglo XXI la necesidad de mejorar las capacidades” del sistema, de los profesionales y de sus gestores, con formación y una mayor inversión en recursos y plantillas y “avanzar en los procedimientos de humanización que se llevan implementando hace unos años” y que se han visto paralizados por la pandemia, con el objetivo de buscar la excelencia, llevar la atención sanitaria a todo el que la necesite y “acabar con el paternalismo y con el despotismo ilustrado sanitario”, como significó el Dr Rodrigo Gutiérrez.