Dra. Natividad Laín: “Es un honor acoger en el Colegio de Médicos de Toledo un debate nacional sobre cuestiones tan relevantes en el desarrollo de la carrera profesional de los médicos”

La presidenta del Colegio de Médicos de Toledo, afirma en esta entrevista, que es un honor para ellos acoger, en su institución, el VII Congreso de Deontología, a pesar de las dificultades, ya que se concibió originalmente en formato presencial que contaba “con importantes asuntos en el temario, que ha habido que modificar después de este año tan difícil de pandemia en el que los profesionales médicos hemos tenido que dar el 200% en situaciones de agotamiento y de gran estrés emocional”

El Colegio de Médicos de Toledo acoge los próximos 16, 17, 23 y 24 de abril el VII Congreso de Deontología y reunirá a reconocidos expertos y especialistas en la materia, con un temario vinculado a la situación que ha generado la crisis sanitaria por la covid-19; así como los planteamientos éticos de los profesionales surgidos a raíz de la pandemia.

Acceso a la Web del Congreso en:

https://www.comtoledo.org/inicio/vii-congreso-nacional-deontoledo2021/

¿Qué supone para el COM Toledo ser el organizador de este VII Congreso de Deontología?

Aunque parezca lo obvio, es un honor acoger en el Colegio de Médicos de Toledo un debate nacional sobre cuestiones tan relevantes en el desarrollo de la carrera profesional de los médicos y que afectan tanto a nuestra relación con los pacientes en sus momentos de mayor vulnerabilidad como son los de la pérdida de la salud.

Lamento que, debido a las circunstancias sanitarias, no hayamos podido hacer un evento presencial como estaba previsto y recibir a los cientos de compañeros y compañeras que acuden a esta importante cita, sobre todo, porque no podremos disfrutar juntos de la riqueza patrimonial y artística de una ciudad acogedora como es Toledo.

¿Cuáles han sido las principales dificultades para poder llevar a cabo este Congreso en la situación de crisis sanitaria en la que nos encontramos?

Muchas, porque como decía anteriormente, nosotros concebimos un Congreso presencial con importantes asuntos en el temario, que ha habido que modificar después de este año tan difícil de pandemia en el que los profesionales médicos hemos tenido que dar el 200% en situaciones de agotamiento y de gran estrés emocional. Y no sólo por el desconocimiento de la enfermedad y la falta de recursos básicos iniciales, sino también por las graves consecuencias y las enormes pérdidas que nos ha generado a todos esta pandemia por coronavirus.

Y, para la profesión médica, ¿qué implica celebrar este congreso tras un año marcado por la pandemia?

En cierto modo, supone una liberación porque tras tantos meses confinados, aislados y dedicados a “lo nuestro”, merece la pena empezar a analizar qué ha pasado, si somos los mismos y qué debemos cambiar para seguir avanzando.

Hemos pasado en este año de los aplausos y del tratamiento de héroes a ver multiplicadas las faltas de respeto, las exigencias imposibles y un aumento de los insultos y las agresiones verbales hacia nuestro colectivo, que estamos encajando desde la prudencia y el profesionalismo, pero sin renunciar a luchar por eliminar esta lacra social.

La profesión tiene mucho que decir de lo vivido y de cómo nos ha afectado en estos largos meses, y este congreso en el que vamos a tratar todos estos asuntos nos va a permitir compartir experiencias, poner sobre la mesa nuestras debilidades y las del sistema sanitario, hacer autocrítica y en resumen, analizar como colectivo cuáles son nuestras demandas para continuar en el objetivo de lograr las máximas garantías en el ejercicio profesional y elevar los estándares de calidad en la asistencia que ofrecemos a la ciudadanía.

Uno de los ejes de este congreso es abordar los planteamientos éticos y deontológicos surgidos a los profesionales médicos en esta crisis sanitaria, ¿considera que la pandemia puede influir en la línea deontológica de la profesión médica?

La pandemia y el enorme bloqueo sanitario en el que nos hemos visto envueltos con cientos de pacientes infectados en unos establecimientos sanitarios que no dan más de sí, ha generado dificultades y dudas “deontológicas” en el marco de la propia gestión de la crisis sanitaria. Y más si tenemos en cuenta la “intromisión” de algunos gestores sanitarios, sus decisiones de atender y cómo en los diferentes ámbitos (Atención primaria, especializada, Residencias sociosanitarias, Urgencias…) y a los diferentes colectivos.

Ha sido muy duro, sin embargo, los profesionales hemos estado ahí desde el minuto cero ante una enfermedad desconocida, que ha planteado y sigue planteando mucha incertidumbre en el diagnóstico y tratamiento, y con muchas complicaciones añadidas, con graves carencias en estructuras y recursos de protección, doblando turnos, renunciando a descansos y multiplicando nuestra actividad para atender a los pacientes, cubriendo las bajas de los compañeros que iban cayendo en los contagios y en definitiva, cuidando también a los que cuidan a los demás.

La primera mesa debatirá la Ley de la Eutanasia, recientemente aprobada, ¿cuál es la postura de la profesión médica?

Es difícil contestar esta pregunta. Hay tantas posturas como médicos. Cada uno tiene la suya y lo que se debe hacer es aunar criterios y buscar una postura consensuada, sobre una ley que probablemente demande la sociedad, pero compleja para los profesionales desde el punto de vista moral y ético, que genera un nuevo derecho y una prestación en el SNS.

A título personal, creo que en este tema como en otros que pueden afectar a las creencias personales, no todo el mundo puede estar de acuerdo. Pero también creo sinceramente, que el colectivo médico con sus diferentes sensibilidades tampoco puede imponer sus criterios, como tampoco nos deberían poder obligar a hacer cosas en las que no creemos.

Por ello, creo que es necesario debatir con el fin de buscar el punto de encuentro, para no sentir que traicionamos nuestros principios éticos y deontológicos, sin generar desamparo en los pacientes que sufren al final de su vida y en un momento dado, puedan manifestar libremente su voluntad de no estar entre nosotros.

En el Congreso también se va a tratar la Telemedicina, ¿cuáles cree que son sus principales beneficios y los riesgos más importantes?

Yo creo que la telemedicina ha venido para quedarse, pero no a cualquier precio, como todo lo que supone aplicar las nuevas tecnologías a procedimientos y maneras de actuar con los pacientes, requiere estructuras, herramientas y, sobre todo, una muy buena información a los ciudadanos.

En este último año, y fundamentalmente, en el área de la Atención Primaria, los profesionales hemos tenido que reducir la presencialidad y pasar a practicar la telemedicina casi sin avisar a la ciudadanía, que no entendió que la prioridad era evitar la extensión de los contagios y eso ha derivado en un gran malestar por todas las partes y ha puesto en cuestión la relación médico-paciente.

Yo creo que la Telemedicina nos va a aportar grandes beneficios en la prestación de servicios médicos, para la prevención de enfermedades, el intercambio de información válida para el diagnóstico y tratamiento en pacientes crónicos, la investigación, los procesos de evaluación y para la formación continuada de profesionales sanitarios. Pero, ojo, no es válida para todos los procesos, hay que integrarla y hacerlo bien, en el día a día, todo ello con el objetivo final de mejorar la salud de la población y de las comunidades, como señala la OMS.

Ahora bien, considero que las administraciones y las autoridades sanitarias deben realizar una labor informativa y formativa con los ciudadanos, y ocuparse además de posibilitar los soportes técnicos necesarios para hacer de esta práctica un instrumento clave para hacer una sanidad más sostenible y eficiente, sobre todo, en zonas de difícil acceso a la asistencia sanitaria.

Desde su punto de vista, ¿qué cambios considera necesarios para dibujar el futuro de la deontología médica?

No sé si habría que hablar de cambios. Los médicos hacemos el juramento hipocrático que compromete nuestra acción profesional hacia el humanismo de por vida, y además tenemos un código deontológico de obligado cumplimiento en el ejercicio profesional.

Pero la sociedad y sus valores morales cambian, la ciencia y la tecnologías avanzan en todos los ámbitos y nosotros también y lo que debemos hacer es situar el foco, debatir, plantear dudas, revisar y compartir todas las experiencias que nos hagan cuestionar nuestros principios éticos y deontológicos o que pongan en riesgo los valores de dignidad,  imagen, intimidad y honor, así como la autonomía y la preservación del secreto médico-paciente y la protección contra conflictos de interés en la actividad médica, de investigación y docencia.

¿Cuáles han sido las principales cuestiones éticas a las que se han enfrentado los profesionales médicos durante la crisis sanitaria?

Como he dicho al principio de la entrevista, nos hemos enfrentado a una enfermedad desconocida, de una altísima transmisibilidad, de gran gravedad, con enorme transcendencia social y que ha puesto “patas arriba” no solo los sistemas sanitarios de todos los países, sino nuestro mundo entero, nuestra economía, nuestra forma de vivir y relacionarnos…

Los profesionales médicos, hemos tenido y seguimos teniendo demasiadas incógnitas en esta enfermedad, seguimos sin tener demasiadas evidencias científicas en temas de diagnóstico, tratamientos, pronóstico, evolución, secuelas, prevención y vacunas. Hemos utilizado las herramientas que teníamos, que eran pocas y sin garantías, algunos tratamientos que utilizamos inicialmente se demostraron ineficaces y a veces incluso con efectos secundarios no deseados. La valoración de riesgo-beneficio y la priorización, que hacemos de forma habitual con los procesos conocidos, tuvimos que hacerla, sobre todo en los primeros momentos, obligados por la necesidad, con un margen de incertidumbre muy superior al que manejamos en condiciones normales.

A todo lo anterior hay que añadir, que hemos estado y estamos sometidos diariamente a un riesgo personal, a una sobre exposición mediática y a injerencias externas que no deseamos y que dificultan el proceso habitual de toma de decisiones y aumentan más, si cabe, nuestro estrés e incertidumbre

Usted es médico de urgencias, ¿cómo han vivido la pandemia? ¿Han vivido situaciones en las que ha sido difícil tomar decisiones de acuerdo con la ética y la deontología médicas?

Como he dicho antes, como médico de Urgencias, diariamente he tenido y tengo que tomar decisiones de priorización, de diagnóstico y tratamiento que no tienen evidencias contrastadas y que causan en algunas ocasiones conflicto moral propio o con otros profesionales. Pero quiero recalcar que lo que más me ha afectado a título personal, mucho más que el riesgo de mi propia salud o la de mi familia, es ver la inmensa soledad de los pacientes y las de sus familias en la distancia, obligados por la necesidad de evitar la propagación.

La decisión de ingreso en aislamiento por causa médica ha supuesto para mí y para muchos de mis compañeros, el mayor conflicto, sabiendo que el paciente no podría tener a sus seres queridos cerca y que, en muchas ocasiones, no volvería a ver a su familia.