Dr. Vicente Andrés: “la experiencia pandémica dará a los médicos con conocimientos en Ética y Deontología nuevas bases para la redacción de un futuro código”

El Dr. Andrés, que participará como moderador en el VII Congreso de Deontología, que se celebra los próximos 16, 17, 23 y 24 de abril, aborda en esta entrevista la necesidad de reflexionar tras la situación vivida por la covid-19: “la experiencia pandémica dará a los médicos con conocimientos en Ética y Deontología nuevas bases para la redacción de un futuro código”

El Dr. Vicente Andrés es especialista en Medicina de Familia y secretario de la Comisión de Deontología del Colegio de Médicos de Toledo. Participará como moderador de la mesa del congreso: “Estándares éticos y deontológicos en la gestión médica. Obligaciones éticas y deontológicas de los directores médicos”.

¿Qué supone para la profesión médica celebrar este Congreso de Deontología en un año marcado por la pandemia?

Una oportunidad para reflexionar sobre las obligaciones del profesional cuando debe tomar decisiones, siempre en un ambiente de incertidumbre, que se ve ampliado en la pandemia en la que estamos inmersos. Esta reflexión busca tomar conciencia de la responsabilidad adquirida y la Deontología se convierte en una ayuda para adecuar las decisiones a las circunstancias actuales. El Código Deontológico da una base bien fundamentada, pero a la vez, la experiencia pandémica dará a los médicos con conocimientos en Ética y Deontología nuevas bases para la redacción de un futuro código, porque también se han de adaptar a las nuevas realidades.

Uno de los ejes de este Congreso es abordar los planteamientos éticos y deontológicos surgidos a los profesionales médicos en esta crisis sanitaria, ¿considera que la pandemia puede influir en la línea deontológica de la profesión médica?

Sí. En realidad, ya he esbozado en la respuesta anterior que las circunstancias nuevas remueven todos los conocimientos adquiridos previamente. La profesión médica tiene como característica la adaptabilidad y el tener que decidir en plenos procesos evolutivos del paciente enfermo. Esto es extrapolable a los grandes procesos, comprendiendo que la diferente magnitud implica mayor complejidad. Los problemas éticos planteados a los profesionales sanitarios, en general, han producido zozobra y sufrimiento, de ahí el aumento de la ansiedad, tener que anticiparse a un pronóstico inseguro, sin herramientas adecuadas es una situación que lleva a no saber qué se ha de hacer o, incluso, si hacer será peor. Esto, inevitablemente, tiende a modificar la moral profesional.

Desde su punto de vista, ¿qué cambios considera necesarios para dibujar el futuro de la Deontología Médica?

Los cambios han de venir de la hibridación entre la Bioética y la Medicina. Nuestra profesión necesita de manera continúa la actualización, pero no solo técnica. El conocimiento de la Filosofía de la Medicina, de la Ética clínica, de la Deontología exige la existencia de profesionales que hayan estado en estas dos orillas y que puedan ejercer la docencia de las nuevas generaciones. En mi experiencia con la bioética, de más de 25 años, he visto crecer el interés y el número de los médicos dedicados a estas disciplinas. Eso abre un horizonte favorable, para un futuro cada vez más incierto y, sin duda, más complejo que el actual. Esta conjunción de Ética y Medicina será un buen acicate para conseguir una mejor praxis.

¿Cuáles han sido las principales cuestiones éticas a las que se han enfrentado los profesionales médicos durante la crisis sanitaria?

En mi experiencia, como miembro de un Comité de Ética Asistencial (CEA), ha sido lo relacionado con los ingresos en Cuidados Intensivos, donde hemos tenido que ayudar a tomar una decisión. Supongo que ha habido más, pero una situación pandémica da poco lugar a tener que formular consultas. Esto es algo que debiera modificarse en los CEA, para dar lugar a poder resolver consultas en tiempo real, por vía telefónica. En la actualidad están muy burocratizados, lo que dificulta la necesaria rapidez en la respuesta. En lo concerniente a la Comisión Deontológica, no ha habido lugar para ninguna consulta relacionada.

En cuanto a la gestión médica durante la pandemia, ¿considera que ha existido tensión entre las decisiones que se han adoptado durante este período por tener que atender al planteamiento de la administración y a la deontología profesional al mismo tiempo?

En el ámbito médico, cualquier decisión está sometida a tensión. El profesional responsable sabe que va a intervenir en la vida y en el futuro de otro ser humano individual y personal, por extensión en su familia y comunidad. Durante la pandemia, el aumento de esta tensión es comprensible y más en el caso del gestor ya que sus decisiones van a ser para toda la sociedad. Si es profesional sanitario, al ser la Deontología médica un código profesional, es de suponer que este carácter que la profesión imprime se manifieste también en el ámbito de la gestión; sin embargo, en mi experiencia docente he podido comprobar que el Código Deontológico es, con frecuencia, desconocido. Por lo tanto, ahí queda la duda de en qué medida el Código pudiera influir.

Mesa “Estándares éticos y deontológicos en la gestión médica. Obligaciones éticas y deontológicas de los directores médicos”

Quizá esto viene a apelar a las creencias y vocaciones personales del profesional y al sagrado ámbito de lo privado; sin embargo, la profesión médica tiene una amplia y profunda repercusión social, por lo que el médico se convierte en un elemento ejemplarizante que puede elevar la profesionalidad o rebajarla, según su conducta se adhiera o no al Código Deontológico.

Ciertamente hay una tensión en quien tiene que tomar decisiones subordinado a las condiciones que plantean tanto la administración (pública o privada) como la deontología profesional. Buscar un punto de equilibrio que rebaje esta tensión y se manifieste en la generación de decisiones justas es algo que se podría decir que corresponde, como la buena praxis médica, al arte del ejercicio profesional. Coordinar, complementar y aplicar estas dos vocaciones profesionales requiere una ayuda que, una vez más la Ética, en su disciplina deontológica, puede ayudar a resolver.