Dr. Domínguez: “La obligación de actuar ante la persona enferma en un ámbito de desamparo científico ha provocado múltiples problemas éticos y deontológicos”

El jefe clínico de la UCI del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla y miembro de la Comisión Central de Deontología de la Organización Médica Colegial (OMC), aborda en esta entrevista algunas de las cuestiones éticas a las que se ha tenido que enfrentar durante la pandemia

El Dr. Domínguez participará como ponente en el VII Congreso de Deontología Médica, que se celebrará en Toledo, en una mesa titulada <>.

¿Qué supone para la profesión médica celebrar este Congreso de Deontología en un año marcado por la pandemia?

Los hechos singulares acontecidos en los últimos meses como consecuencia de la pandemia por el virus SARS-C han supuesto un reto para la medicina, no solamente en el ámbito científico-técnico, sino también en el ámbito ético y deontológico.

Al comienzo de la pandemia, y ante una enfermedad nueva, como la COVID19, con características clínicas y epidemiológicas desconocidas, los médicos teníamos el deber de actuar a pesar de estar rodeados de una atmósfera de incertidumbre científica, sobre todo durante los primeros meses de la misma, lo que añadía una tensión extraordinaria a las actuaciones que realizábamos.

La obligación de actuar ante la persona enferma, en un ámbito de desamparo científico, tanto en el ámbito clínico como epidemiológico, ha traído como consecuencia el que hayan aflorado múltiples problemas éticos y deontológicos. Por ello, el Congreso Nacional de Deontología Médica que se celebra en Toledo supone una oportunidad para reflexionar sobre diversos aspectos de este ámbito que emergieron durante este período.

Así, en el congreso se abordarán temas ético-deontológicos relacionados con la pandemia como el principio de justicia distributiva, representada por la compleja administración de recursos asistenciales en situación de escasez, como ha ocurrido durante la pandemia; el negacionismo dirigido a la COVID19 y las relevantes consecuencias que puede tener tanto sobre la salud individual como colectiva;  la telemedicina, la cual ha irrumpido como una realidad asistencial útil, pero sobre la que es preciso establecer límites dentro del buen hacer ético, etcétera

Uno de los ejes de este Congreso es abordar los planteamientos éticos y deontológicos surgidos a los profesionales médicos en esta crisis sanitaria, ¿Considera que la pandemia puede influir en la línea deontológica de la profesión médica?

La crisis sanitaria desencadenada por la COVID19 ha supuesto un punto de inflexión para la medicina moderna, la ética médica y en consecuencia también para la deontología médica. Posiblemente ahora los médicos somos más conscientes de que no toda la medicina es previsible, de que no todo se encuentra en guías de práctica clínica y, también de la fragilidad y vulnerabilidad clínica y epidemiológica ante la enfermedad, lo cual probablemente los médicos habíamos olvidado, ya que los avances de la medicina nos habían llevado a un cierto grado de “arrogancia médica”.

Por otra parte, el hecho de que la epidemia haya sobrepasado en todos los países del mundo no solamente el conocimiento científico, sino también los recursos sanitarios, ha conllevado un incremento de la consciencia de que la medicina precisa de investigación clínica que dependa de los sistemas públicos y de los estados, igualmente de que la cooperación entre todas las profesiones sanitarias y disciplinas médicas debe incrementarse y probablemente, esta pandemia ha servido para darnos cuenta de que la inversión en salud es, sin lugar a dudas, la base para el desarrollo y  sostenibilidad económica de una sociedad moderna.

Desde su punto de vista, ¿Qué cambios considera necesarios para dibujar el futuro de la Deontología Médica?

El desarrollo social de las últimas décadas nos traerá una ampliación de los límites de la deontología médica que pasará de centrarse casi exclusivamente en los ámbitos clínicos a extenderse a las obligaciones sociales que la medicina y sus profesionales tienen.

La enfermedad por COVID 19, ha evidenciado como determinados problemas de salud pueden convertirse, en muy poco tiempo, en universales, y como las actuaciones de los médicos han dejado de tener una referencia exclusivamente local para ampliarse a un ámbito ecuménico. Hemos podido observar como la medicina abarca no solamente la relación médico-paciente, sino también la relación médico-sociedad. La medicina ha modificado sus límites para ampliar el ámbito de relación entre dos personas (médico y paciente en proximidad) a extenderse, además a una relación ampliada con toda la sociedad.

La deontología médica social, en la cual se incluye, por ejemplo, el uso juicioso y transparente de los recursos sanitarios integrará la nueva deontología médica. La justicia y equidad en la distribución de los recursos asistenciales, la solidaridad interterritorial en la asistencia sanitaria, se incluirán necesariamente en el campo de la deontología médica.

La nueva deontología médica abarca también espacios tan relevantes como la seguridad del paciente como eje vertebrador de la asistencia, la obligación del médico de racionalizar el gasto sanitario a fin de que con ello se pueda optimizar las prestaciones sanitarias, etc.

¿Cuáles han sido las principales cuestiones éticas a las que se han enfrentado los profesionales médicos durante la crisis sanitaria?

Además de las que anteriormente he mencionado, otro tema destacado durante la pandemia por COVID 19 ha sido la falta de recursos suficientes, materiales, y científicos, para la atención a los pacientes, lo cual potencialmente ha podido derivar en un incumplimiento, involuntario, de la mejor práctica clínica debida. También se ha puesto de relieve la relevancia que tiene la correcta evaluación la futilidad terapéutica en la práctica clínica, ya que si esta, en condiciones normales tiene trascendencia al evitar el exceso terapéutico con los pacientes, durante la pandemia también ha podido tener consecuencias colectivas en una circunstancia de alta demanda asistencial. Además de ello, ha sido de gran relevancia ética la modificación necesaria, pero a veces injusta, que se ha producido en el establecimiento de las prioridades en relación a procesos asistenciales distintos a la COVID19.

Tras aprobarse la Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia, ¿Cuál es la postura de la profesión médica? ¿Cuáles son los pasos para seguir ahora?

Los médicos españoles, somos ciudadanos integrados en un Estado y en una sociedad con la que estamos íntimamente vinculados, y a la que nos debemos. La profesión médica, está formada por médicos que somos tanto ciudadanos como agentes morales dado que ejercemos una profesión cargada de compromiso social e individual.

Cuando se habla de colectivos, como pueda ser la profesión médica en España, tenemos que entender que existen unos principios generales, y también obligaciones colectivas de la profesión, pero no se puede hablar de valores únicos, ya que los valores son individuales, pero no colectivos. Principios de la profesión médica, valores individuales de los médicos, obligaciones derivadas de la ley, y derechos de los ciudadanos, incluidos los de los médicos, deben ser armonizados.

En relación con la Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia esta armonización está aún incompleta. El diálogo entre las corporaciones médicas (Organización Médica Colegial y los Colegios de Médicos), y la sociedad, cuya representación corresponde a los poderes públicos, está aún pendiente.

El respeto a las leyes, que emanan de un parlamento, exige un desarrollo normativo específico muy concreto, que aún no se ha realizado. Una estricta definición de los agentes que participan en el proceso de eutanasia o el suicidio asistido es necesaria, y debe ser realizada no solamente por los poderes públicos, sino que en ello también, inexcusablemente, deben participar las corporaciones profesionales.

No se puede olvidar que los médicos también son ciudadanos, y por ello el derecho de los médicos que por conciencia moral no quieran participar en los actos derivados de la Ley de Eutanasia debe ser respetado.

Por otra parte, la preocupación de los médicos no está solo en la defensa de la conciencia moral de aquellos médicos que realizan objeción de conciencia, sino que se extiende a la posibilidad de las insuficientes garantías para los pacientes que se puedan derivar de la implementación